Reseña de Castillos de Borgoña 20 Aniversario: diversión y profundidad a un precio razonable

Castles of Burgundy Board Game
Castles of Burgundy 20th Anniversary Edition Showcase

Introducción de la reseña

Consagrado ya como un clásico de tablero, Castillos de Borgoña es un juego de mesa lanzado en 2011 en el que entre uno y cuatro jugadores compiten por crear el principado más próspero de la región. Se trata de un «eurogame» sencillo en sus mecánicas, pero complejo en la optimización y secuenciación de sus posibilidades tácticas; está repleto de combos y escenarios que lo hacen altamente rejugable.

Las partidas de Castillos de Borgoña duran entre setenta y ciento veinte minutos según la caja del juego, aunque en partidas de cuatro jugadores se puede superar la estimación con facilidad. La edad mínima recomendada es de doce años o superior.

El objeto de este análisis es la versión Veinte Aniversario de Alea —¡ojo! no del juego original, que siendo muy parecido recientemente cumplió diez años—; esta versión incluye todas las expansiones lanzadas hasta la fecha en una caja contenida y elegante. Cabe destacar que no se trata sólo de una «big box» del juego, sino que el controvertido arte del mismo ha cambiado, se han balanceado algunas losetas y se ha mejorado en general la calidad de las mismas.

¿Qué contiene Castillos de Borgoña?

Lo primero que llama la atención del juego es la cantidad de troquel que tiene.

Más de 300 partes destroquelables entre losetas del juego base y las expansiones, más 24 fichas de monedas, 24 de trabajador, y 4 fichas de puntos de victoria.

Además de las fichas trae también 8 peones, 9 dados, un tablero central de doble cara, 26 tableros de jugador, 4 tarjetas de ayuda y la generosidad de tener un manual para los siguientes idiomas: español, inglés. italiano, francés y alemán.

Castles of Burgundy Base Map
Castles of Burgundy: Contents
Castles of Burgundy tiles
Castles of Burgundy: Tiles

¿Cómo se juega a Castillos de Borgoña?

Recomendamos encarecidamente darle una vuelta al manual antes de comenzar a jugar; este apartado es un breve resumen del funcionamiento del juego, no una explicación del mismo.

 

Castillos de Borgoña consta de veinticinco turnos idénticos, divididos en cinco fases, en los que tiraremos dos dados y usaremos el resultado de cada uno de ellos en una de las siguientes acciones: traer una loseta del tablero central a la reserva del tablero personal, colocar una loseta de nuestra reserva en nuestro principado, vender mercancía o comprar trabajadores que nos permitirán modificar una tirada con ±1.

Durante toda la partida iremos sumando puntos de victoria mediante el comercio, la ganadería, la edificación o el estudio, según el tipo de loseta que juguemos cada turno. Con todas estas losetas iremos rellenando nuestro principado, puntuando cada vez que completemos zonas de un mismo color en función de lo rápido que lo hayamos hecho.

Hay seis tipos de losetas diferentes, cada una con varios sitios reservados dentro de cada principado:

 

  • Las amarillas o de monasterio, que nos darán una ventaja para el resto de la partida o una forma adicional de puntuar al final, dependiendo del tipo de monasterio (hay 26 distintos).
  • Las azules o de barcos, que nos servirán para adelantarnos en el orden de turno y añadir mercancías a nuestro depósito; éstas se van acumulando en una de las seis regiones del tablero de manera aleatoria hasta que un jugador juega un barco y se lleva todas las de una misma región.
  • Las de color verde oscuro o de castillo, que son muy escasas y al jugarlas nos darán una acción extra con un número de nuestra elección.
  • Las grises o minas, también muy escasas, que nos permitirán generar monedas al final de cada fase con las que comprar losetas adicionales en el mercado negro.
  • Las de color verde claro o de ganado, que nos darán puntos de victoria en función del número de animales del mismo tipo en cada pasto.
  • Y, por último, las de color beis o edificios, que tienen hasta ocho efectos distintos dependiendo de la loseta, entre los que se encuentra ganar dos monedas, adquirir cuatro trabajadores, vender mercancía o realizar una acción especifica adicional.

 

Al final gana el que más puntos de victoria ha obtenido.

Castles of Burgundy Base Map
Castles of Burgundy: Base Map

Experiencia de juego y estrategias para Castillos de Borgoña

Castillos de Borgoña es altamente rejugable y posee muchos caminos con los que afrontar cada partida.

Sus veintiséis tableros de jugador y la aleatoriedad de las fichas que se juegan provocan que nunca vaya a haber un escenario igual.

Si bien es cierto que apenas hay interacción directa entre los jugadores, las decisiones de los rivales pueden llevarte a variar tu estrategia.

 

  • En partidas de cuatro jugadores el juego se convierte en uno más caótico e imprevisible, pero a dos jugadores es muy importante tener en cuenta lo que hace el rival para jugar en consecuencia a ello. Desbaratar la deseada estrategia del rival puede llegar ser la mejor elección en partidas de dos jugadores.
  • Asimismo, la escasez de las losetas de mina y castillo provocan una carrera al principio de cada fase por ver quien se hace con ellas. Si el jugador las quiere más le vale aprovisionarse de trabajadores y avanzar en el orden de turno al final de cada fase.
  • Las losetas amarillas o de monasterio pueden cambiar por completo la forma de jugar de quien las coloca en su principado; facilitan mucho la obtención de losetas del tablero central. Por lo general, este tipo de losetas son más interesantes al principio de la partida y pierden importancia conforme ésta avanza.
  • El establecimiento de losetas de ganado es una forma sencilla de generar muchos puntos, pero a su vez es una técnica muy sencilla de contrarrestar. En partidas de dos jugadores es más fácil monopolizar un tipo de ganado cada uno o fastidiarse mutuamente, y, a más jugadores, más difícil es que no haya otro yendo a por ganado del mismo tipo. El problema con semejantes losetas es que, en el momento en el que te quitan alguna de tu tipo, te están privando de ganar muchos puntos, y no es demasiado ventajoso ir a por ganado si no vas a completar una región con todos los animales iguales.

 

Y es que completar regiones parece ser, si no el principal, uno de los principales objetivos de la partida; sobre todo al principio, cuando se otorgan más puntos por ello.

 

  • Aquí es donde entra la importancia de losetas como las minas, que son pocas por fase y no tienen mucho valor en sí mismas, pero son una forma de rellenar regiones rápidamente que además proporciona monedas con las que obtener algunas de las mejores losetas del juego del «mercado negro» —ubicado en el centro del tablero general—. Igualmente, completar todas las zonas de un color del tablero da puntos extra, más aún se es el primero en completar un color concreto, por lo que las minas y los castillos adquieren un elevado valor añadido. Es por ello que resulta vital planear a largo plazo durante la partida, para no empezar una región que se sospeche que no vaya a ser posible terminar.
  • Algo a tener en cuenta a la hora de ir a rellenar regiones es que sólo se pueden colocar losetas adyacentes a una ya colocada con anterioridad; por eso cada tablero es un mundo y no siempre es fácil completar las minas o los castillos rápido. No obstante, todos los tableros están bastante equilibrados y se puede ganar con cualquiera de ellos; lo importante es reconocer la estrategia a seguir en cada uno, aunque es recomendable no mezclar el tablero 1 con el resto a la hora de repartir, ya que éste se ha pensado para jugar todos con el mismo tablero (es el único junto al tablero 2 que tiene 4 copias) y es una opción peor contra el resto de tableros.

 

Hablando de peores opciones, hay que tener en consideración un par de jugadas que es preferible no hacer en exceso si deseamos ganar.

 

  • La principal de ellas es la de gastar un dado en conseguir dos trabajadores, ya que abusar de esta acción nos va a hacer perder unas cuantas más, y por mucho partido que les saquemos a los trabajadores al final no acabará compensando. Lo ideal es no efectuar semejante acción en toda la partida, consiguiendo trabajadores de edificios, adaptándose a las alternativas que dictaminan en los dados.
  • Otra acción perdedora es la de seleccionar una loseta que no te interesa personalmente, solamente apropiándose de ella para quitársela a un rival y quemarla en la reserva. A cuatro jugadores ni me plantearía esta opción, pero a dos puede darse que, sobre todo al final de la partida, quitarle una loseta al rival le quite más puntos a él de los que podías ganar tú haciendo emprendiendo otra acción; en ese caso sí que merecería la pena.
  • Los barcos son un arma de doble filo que hay que saber muy bien cuando utilizar. Como losetas no aportan más puntos que los propios de completar su región, pero determinan el primer jugador de cada turno y, por lo tanto, el jugador que tendrá más donde elegir. El orden de turno se decide avanzando en un casillero y apilando las fichas que se encuentren en la misma casilla de tal modo que la superior sea la del primer jugador y la inferior la del último; esto da lugar a un dilema, ya que si te pones primero con un barco y el rival lo responde con otro barco el primero es él, y además en esa situación encadenaría dos turnos consecutivos. En partidas de cuatro jugadores se puede dar la situación de ser el primero y que te alcancen todos en el mismo turno, por lo que se pasaría a estar el último, dejando al resto de jugadores que jueguen dos veces.

 

Los barcos tienen un atractivo más para quienes los jueguen: las mercancías. Acumular varias del mismo tipo hará más eficiente la acción de vender, puesto que consigues más puntos de victoria cuantas más mercancías del mismo tipo vendas; por esto puede ser interesante poner un barco y llevarte las mercancías de una casilla.

Veredicto final

Los Castillos de Borgoña se ha convertido en todo un pilar de los juegos de mesa; el hecho de que todavía logre mantenerse en el top 15 de la BGG después de diez años en el mercado dice mucho sobre él —y qué gloriosos años han sido estos—.

Es un título sesudo, que demanda del jugador una capacidad de adaptación constante y que sepa plantear bien cómo actuar en cada turno.

Es cierto que el azar de los dados desempeña un papel sustancial en las partidas, pero su efecto se palia fácilmente con el añadido factor modificador de los trabajadores.

Por mucho que pueda parecer un juego de azar debido a todas las tiradas de dados que tiene, lo cierto es que las partidas suelen acabar ajustadas y se deciden en pequeños momentos críticos.

Sorprende lo bien equilibrado que está en ese sentido; este equilibrio, unido a su altísima rejugabilidad, convierten a Castillos de Borgoña en una buena inversión para cualquier ludoteca, especialmente teniendo en cuenta el bajo precio del título.

En lo que respecta a la rejugabilidad hay que destacar que la versión reseñada viene con todas las expansiones que se lanzaron en su día para el juego original, con más losetas para las ciudades, recompensas por vender mercancías, un nuevo tipo de animal comodín, mapas y los escudos que añaden grandes ventajas y puntos al final de la partida.

Un punto a tener en cuenta es el tema de la duración. Las primeras partidas se hacen largas ya que hay muchas cosas que entender, y la preparación de las losetas entre fases puede hacerse algo pesada.

Para solucionar este potencial problema me imprimí con una impresora 3D un inserto que ayuda a la hora de preparar el juego. Ahora las partidas duran 10 minutos menos y la espera entre distintas eras se hace menor, por lo que no pierdes el ritmo de juego. Recomiendo encarecidamente hacerse con un inserto de este tipo porque realmente mejora la experiencia de juego y agiliza las partidas, además de dejar el juego mejor recogido. Puedes encontrar el mismo que tengo haciendo clic aquí

Con la experiencia se van acortando las partidas, y a dos se pueden jugar en menos de una hora si ambos participantes saben lo que hacen; pero con cuatro, por muy rápido que se juegue, se puede hacer ligeramente tedioso.

Esperar a que otros tres jugadores hagan sus dos acciones te deja parado viendo como el resto arruina la siguiente jugada que habías pensado, con lo cual se acaba planificando sobre la marcha, lo que genera turnos más largos. Si a ello le añades la posibilidad de ser el primero un turno y el último en el siguiente, te quedan unos entre turnos con potencial para ser desesperantes.

No obstante, Castillos de Borgoña es un juego que a dos jugadores funciona perfectamente; sin duda es su mejor número y una experiencia muy distinta a jugar con más personas. Pero con el grupo adecuado es disfrutar de él mucho incluso cuando los participantes son cuatro.

En definitiva, por su precio y por lo que ofrece, Castillos de Borgoña es un título que no defraudará al aficionado a los juegos de mesa.

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Ricardo Hernandez

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