El nacimiento de los videojuegos competitivos
En 1972 la pionera empresa de videojuegos Atari lanzó un producto llamado Pong al mercado.
El juego era un simulador bidimensional del tenis de mesa, aburrido para nuestros estándares modernos.
Si bien Pong no fue el primer videojuego, su lanzamiento se encuentra entre los más significativos en el terreno del ocio electrónico. Es bastante improbable que en aquellos años desarrolladores como Atari fueran plenamente conscientes de la inexorable cadena de sucesos que habían iniciado al publicar aquel producto tan trivial.
Con cada nueva mejora en el campo de la informática se abrieron nuevas posibilidades para que estos extraños negocios sacasen títulos inusualmente entretenidos y visualmente rompedores. Pac-Man, por ejemplo, causó furor en los arcades de Occidente.
La complejidad de los títulos disponibles en el mercado no tardó en aumentar. Empezaron a distinguirse géneros que exploraban nuevas rutas de diseño y facilitaban a más gente el acceso a este tipo de entretenimiento.
Fue durante las últimas décadas del siglo XX cuando empresas como Nintendo o Sega dieron verdaderos pasos de gigante y focalizaron su actividad comercial en la creación de juegos electrónicos.
Sus invenciones han transcendido más allá de la industria, y personajes como el fontanero Mario o el erizo azul Sonic han llegado a convertirse en íconos reconocibles de nuestra compartida cultura popular.
En los años noventa, y con la masificación del ordenador personal e internet, empezamos a ver juegos específicamente diseñados para ser multijugador, es decir, que ponen a dos o más personas a colaborar o a competir entre ellas para alcanzar un objetivo de victoria.
Juegos de lucha como el Street Figher II de Capcom o el shooter Quake de id Software abrieron las puertas para que, por primera vez, existiera una escena de videojuegos competitivos dedicada.
Para muchos, el evento Red Anhinilation de Quake que dio lugar en Mayo de 1997 en Atlanta se considera canónicamente como el primer torneo de esports.
El ganador, Dennis «Thresh» Fong, pasó a la historia como el primer jugador profesional de videojuegos.
Ya de paso, Thresh se llevó de premio un Ferrari que pertenecía a uno de los fundadores de id Software.
El momento decisivo para la competición en videojuegos vendría, no obstante, un año después, en 1998, con el lanzamiento de un título de ciencia ficción por parte de la norteamericana Blizzard Entertainment.
Sería un juego de estrategia en tiempo real el que establecería los pilares de comportamiento a seguir en la industria.